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¿Y POR QUÉ ES GRANDE EL BARCELONA? ESCRITO POR UN ACÉRRIMO OPOSITOR DEL REAL MADRID Y EL BARCELONA

  • Por @danbills
  • 27 abr 2016
  • 5 Min. de lectura

El barcelonismo. Ser culé. Ser blaugrana. «Visca Barça». Distintas formas de manifestar un cáncer futbolístico que ataca periódicamente al balompié mundial. Ser adepto a este combinado español es, en forma común, resultado de una moda, consecuencia de ese fenómeno que tan bien describen los estadounidenses: «bandwagon». Pocos, muy pocos blaugranas conocerá que verdaderamente entiendan la complejidad de este equipo y lo que representa para la comunidad de Cataluña. La mayoría de adeptos surgieron a partir de la época dorada que comenzó Frank Rijkaard, Ronaldinho y amigos. Ergo, ser culé es, tal como lo es ser «merengue», una buena forma de representar lo que es la volubilidad, ser un buen villamelón. Nuestro país está afectado por esta enfermedad pero si el cuadro azulgrana es fiel a su tradición en forma inexorable vendrán las épocas de vacas flacas que alejarán a estos aficionados de ocasión.


Ahora bien, al César lo que es del César… El Barcelona es uno de los clubes más grandes del mundo, indudablemente. Decir que es el segundo mejor equipo de la historia sería una falta de respeto para el AC Milán y el Liverpool. Los culés son un cuadro con un patrón bien definido: tienen períodos dorados con múltiples títulos alternados por lapsos de sequía. Su cualidad máxima, y por lo cual se le adjudicó la leyenda «más que un equipo», es ser la máxima representación internacional de la Comunidad Independiente de Cataluña; para los catalanes el Barcelona es el equivalente a su selección nacional, es el medio con el cual reafirman su grandeza y deseo de mayor independencia en España. Una analogía para este fenómeno sería el amor y cariño que le tienen los habitantes de Green Bay, Wisconsin, a su equipo de fútbol americano.

Fue fundado en 1899 por un grupo de aficionados encabezados por Hans Gamper. Una de las grandes características de este club es ser polideportivo; las más variadas disciplinas son practicadas en sus instalaciones siendo el fútbol y el basquetbol sus mejores exponentes. El primer título de Liga de fútbol fue conseguido en 1929. Previo a esto, en 1925, los de Cataluña recibieron su más grande sanción histórica: su estadio, «Les Corts», fue cerrado durante seis meses y se obligó a dimitir y exiliar a su presidente, Hans Gamper, todo esto ocasionado por cánticos y abucheos contra el régimen de la dictadura de Primo de Rivera acaecidos dentro del estadio.

Para entender la grandeza del Barcelona hay que analizar tres períodos bien definidos que lo convirtieron en el monstruo que es actualmente. La primera era áurea fue la que estelarizó Ladislao Kubala. Este trotamundos húngaro tiene una historia peculiar y exquisita que amerita un artículo aparte. Tras tiempos convulsos en su vida, Kubala fue fichado por los blaugranas en 1950. Desde su llegada marcó un antes y después; se encargó de convertir a este conjunto en el mandamás de España. Como jugador culé ganó cuatro ligas, cinco Copas Generalísimo –hoy Copa del Rey-, una Copa Latina –primordio de la «UEFA Champions League»- y dos Copas de Ferias –hoy «UEFA Europa League»- además de marcar 244 goles. Su mayor defecto, y por lo cual es poco recordado, es el nunca haber ganado la Copa de Europa. Sin embargo, Laszly merece estar en lo más alto del Barcelona y ser rememorado como una de sus leyendas.

El segundo ciclo de oro fue estelarizado por Johan Cruyff como entrenador. La magnitud de este equipo en la crónica del Barcelona es máxima. El resto de relato blaugrana es inconcebible sin él. El hoy finado, infortunadamente, participó como jugador azulgrana entre 1973 y 1978; marcó 51 goles y obtuvo una Liga y una Copa del Rey. Pero su mayor aporte a la causa catalana, sin duda, fue desde el banquillo. Fue nombrado entrenador en 1988. Poco a poco fue añadiendo grandes figuras que se amalgamaban a la perfección con el resto de jugadores y al estilo de juego de Cruyff. Zubizarreta, Koeman, Guardiola, Laudrup, Bakero, Stoichkov y Romario, entre otros, conformaron el famosísimo «Dream Team». Durante 10 años los de Cataluña retomaron el cetro de esa zona de la Península Ibérica; cuatro Ligas consecutivas respaldan este argumento.


El 20 de mayo de 1992 los barcelonistas consumaron una tarea pendiente: consiguieron su primera Copa de Europa ante la Sampdoria en el Estadio de Wembley. Vale la pena hacer una pausa en este momento; hasta antes de este punto el Barcelona argumentaba ser un gigante de Europa pero jamás lo había podido representar con una época de dominio. Con el logro de 1992 por fin pudo presumir ser el rey de Europa por un período. Los actuales «fanáticos» debieran agradecerle a Johan y compañía sus logros y el haber roto la maldición en Europa.

Otro punto que debe resaltarse: los logros culés hasta 1996, momento en que Cruyff abandonó a este club. Las vitrinas blaugranas ostentaban 14 títulos de Liga, 22 Copas del Rey y una Copa de Europa. Lejos estaba de los logros de su archirrival. ¿Existían barcelonistas en nuestro país? Claro, siempre los ha habido. Pero, sin objeción, no se compara al número actual de seguidores surgidos como consecuencia de los logros de la nueva centuria. El siglo XXI trajo consigo la peste frívola llamada barcelonismo que padecemos hoy día.


El tercer lapso dorado es por todos conocidos. Inició con la llegada de Rijkaard en el 2003; siguió con Guardiola y prosigue actualmente con Luis Enrique. Durante los 16 años que llevamos del presente siglo no hay ninguna institución que se compare en títulos y logros. Siete títulos de Liga, tres Copas del Rey y cuatro «Champions League» han ocasionado que el Barcelona sea incluido dentro de la alcurnia del Viejo Continente. Debe destacarse que estos triunfos no son obra de la casualidad. La contratación de jugadores internacionales excelsos y el desarrollo de estrellas en La Masía son su base. Claro, gozar de dos de los más grandes de la historia en sus mejores momentos ha contribuido en demasía.

¿Cuándo acabará el reinado actual de los azulgranas? Tal vez con la salida o retiro de Lionel Messi. ¿Ocasionará esto el retorno a la tradicional sequía de títulos que prosigue a los ciclos gloriosos? Tal vez no; en La Masía germinan inefables futbolistas que bien podrían continuar con la racha ganadora. Algo es seguro: si el Barcelona osa entrar en crisis y carencia de títulos perderá a una altísima cantidad de seguidores. Los blaugranas se caracterizan por muchas cosas pero una de ellas no es la fidelidad. Estimado lector culé: acéptelo, es usted villamelón; se anexó a la causa gracias a los éxitos de Ronaldinho, Messi y compañía pero bien sabe que, de haber escasez y derrotas, será el primero en huir y olvidarse de este equipo.


 
 
 

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